Feromonas humanas… ¿existe el perfume perfecto para la atracción sexual?

«Un hombre superguapo (normalmente sin camisa) abre su bote de perfume, lo rocía sobre su torso apolíneo y de repente, de manera casi mágica, un harén de mujeres se rinde a sus pies. También tenemos la opción de que una mujer igual de superguapa se baje de su moto y abriendo su escote busque a ese tal Jacq’s que huele tan bien»

El quid de la cuestión es, ¿puede un olor hacer que «perdamos la cabeza» (o incluso la ropa interior)?

Todos estaremos de acuerdo en que el olor es un componente muy importante en la atracción sexual. Sin duda, si tenemos que definir las pautas del cortejo en los humanos, uno de los puntos indispensables es coger el frasco de colonia y rociarnos bien (y si la cita es importante, lo hacemos con más fervor aún). La industria de la perfumería trata de encontrar esa fórmula perfecta para conseguir el perfume que provoque una atracción sexual inmediata entre sexos, pero ¿es eso posible?

A lo largo de la historia evolutiva los organismos han desarrollado estrategias de comunicación específicas para identificar y atraer a sus parejas. No hay nada más que observar el comportamiento de muchos animales para ver que el olor es un patrón muy importante dentro de la dinámica reproductiva. Aún recuerdo un día que llegué a un parque con mi perra en celo… ¡Ni que se hubiera echado Channel Nº5!

Feromonas: Las moléculas del amor

Karlson y Lüscher observando el comportamiento de los gusanos de seda, se dieron cuenta de que en un momento dado los machos se sentían atraídos por las hembras desencadenando el apareamiento. El causante de este clímax amoroso era una sustancia química liberada por la hembra, el bombycol. Este hallazgo en 1959, fue el pistoletazo de salida al descubrimiento y estudio de las feromonas.

Las feromonas son sustancias químicas de carácter hormonal segregadas por los seres vivos que al transportarse por el aire desencadenan una conducta específica, generalmente de tipo sexual, en otro individuo de la misma especie. Cabe resaltar, que aunque siempre que pensamos en feromonas, lo que primero que se nos viene a la mente es el comportamiento sexual, se han identificado un gran número de feromonas que actúan sobre otros comportamientos sociales como la delimitación territorial y la jerarquía social. Estas moléculas se han identificado tanto en vertebrados como en invertebrados, y este conocimiento nos ha permitido poder utilizarlas para muchos fines. Por ejemplo, a día de hoy hay comercializados muchos productos que contienen feromonas sintéticas para atraer y atrapar insectos.

En cuanto a dónde se produce la síntesis y liberación de las feromonas hay grandes diferencias entre especies. Si nos centramos en los mamíferos las principales fuentes son la piel, las glándula odoríferas, la saliva, la orina y las secreciones del tracto reproductivo. Cupido dirige todas estas señales químicas liberadas hacia el cerebro de su «media naranja» a través de dos sistemas quimiosensoriales independientes: el sistema olfativo principal y el sistema vomeronasal.

¿¿Qué pasa con los humanos??

La incógnita de si los hombres y las mujeres somos emisores y receptores de feromonas es algo que lleva intrigando a la ciencia desde hace muchos años.

La involución del sistema vomeronasal, del que apenas tenemos vestigios, en humanos frente al resto de mamíferos sugiere que este mecanismo de comunicación química no es tan importantes a nivel reproductivo. El desarrollo cerebral humano nos ha capacitado (o eso espero) para que las relaciones sociales y sexuales se basen en algo más que en olernos los genitales los unos a los otros.  Sin embargo, no dejamos de ser primates, y en ellos los que esta función química se hace más que evidente, así que no podemos obviar un posible efecto sobre nosotros.

Y, ¿dónde buscarías las feromonas en los humanos? ¿Dónde se liberan sustancias olorosas en nuestro cuerpo? Pues sí, la axila es la principal fuente de búsqueda de feromonas humanas. Se ha observado que el numeroso conjunto de glándulas sebáceas y apocrinas presentes en la axila secretan esteroides volátiles. Estos compuesto, unidos a la microflora axilar, dan como resultado una mezcla muy compleja de sustancias químicas volátiles que dan el olor característico de cada persona. También se cree que los genitales podrían ser una fuente secundaria de feromonas humanas.

Aunque no hay evidencias científicas sobre el efecto que tienen estas moléculas sobre el comportamiento sexual, las mejores candidatas que se han conseguido aislar son la androstenediona, en el caso de los hombres y el estratetraenol en el caso de las mujeres. Es más, como os podéis imaginar, aunque su efecto no ha sido confirmado, ya se han comercializado formulaciones que contienen cócteles de estas hormonas como elixir del amor.

Aunque no se ha podido demostrar una alteración de los patrones sexuales, se sabe que hay sustancias naturales en las zonas axilares de hombres y  mujeres que son capaces de encender respuestas neuroendocrinas:

«El efecto hembra»

¿Cuántas veces se te ha sincronizado la regla con la de tus amigas? Es algo muy típico sobretodo con compañeras de trabajo o compañeras de clase con las que se cohabita durante muchas horas. Y es que cuando varias mujeres conviven en un mismo espacio, producen feromonas capaces de alterar el inicio del ciclo preovulatorio, que a su vez, depende de la hormona luteinizante (LH). De esta manera, los ovarios de las compañeras se ponen de acuerdo y se produce la sincronización del ciclo menstrual.

«Búsqueda de la teta de mamá»

Se cree que la primera feromona humana se ha conseguido aislar de la areola del pecho femenino. Se cree que su función es orientar al lactante hacia el pezón, lo que sería una valiosa ayuda para la lactancia. Además, se cree que es un mecanismo de reconocimiento de la madre por parte de las crías.

Así que a la hora de salir a ligar no te preocupes tanto por el «efecto AXE«, ni por el «Hueles a Barbie, muñeca«, ¡quizás el mejor perfume, al igual que la belleza, está en tu interior!


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