El verano está a la vuelta de la esquina y como cada año, la gente empieza preocuparse por la operación bikini. Las calles se llenan de corredores ataviados con todo tipo de accesorios fluorescentes, se disparan las altas de nuevos socios en los gimnasios, las bicicletas conquistan las carreteras… Sin duda esto es algo muy positivo, y es que mantener una vida físicamente activa es uno de los pilares para construir una vida saludable. Pero, ¿no se nos estará yendo un poco de las manos? ¿Nos estamos convirtiendo en yonkis del deporte?
¿Por qué nos enganchamos al deporte?
En las últimas décadas se han propuesto un montón de teorías diferentes para explicar por qué el deporte es tan adictivo. ¡Vamos a ver algunas de ellas!
1. La euforia del corredor
Seguro que después de ver a un corredor de maratón cruzar la meta te has preguntado: «¿Cómo es posible que se encuentre tan eufórico después de realizar un esfuerzo tan grande?» La bioquímica parece tener la respuesta. Tras un ejercicio muy intenso, nuestro cuerpo libera sustancias químicas que actúan como una droga provocando una sensación de euforia y bienestar tremendas.
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The Ankward Yeti Endorfinas. Estos compuestos actúan sobre zonas concretas del cerebro (el córtex frontal y el sistema límbico) relacionadas con el control de las emociones y el estado de ánimo. Su actividad genera tal sensación de placer, que las endorfinas se han ganado el mote de «hormonas de la felicidad». Sin embargo, también son conocidos como opioides endógenos, y como ocurre con el resto de opioides, pueden ser adictivos y generar dependencia.
- Endocannabinoides. Estas sustancias se liberan durante el ejercicio aeróbico. Su función fisiológica es provocar la dilatación de los vasos sanguíneos y de las vías respiratorias, con el fin de ayudar a nuestro cuerpo a adaptarse al esfuerzo físico. Pero de forma secundaria también generan sensación de bienestar, reducción de la ansiedad, sedación, pérdida de atención, dificultades para memorizar y alteraciones en la percepción del tiempo. Este cuadro recuerda bastante al que presentan algunos deportistas al acabar carreras de largas distancias (además de algunos aficionados a festivales de reggae…). Y como seguro que ya sospechabas, también son adictivos.
- Dopamina. Desde hace mucho tiempo, se sabe que los niveles de dopamina están más elevados de lo normal cuando hacemos algo que nos gusta, como escuchar música, comer o hacer deporte. Por eso, se creía que su función era generar bienestar, y de hecho se la conocía como «la hormona del placer». Sin embargo, se ha comprobado que la dopamina se produce antes de realizar la actividad en cuestión. Es decir, la función de este neurotransmisor es motivarnos a buscar nuevos estímulos, animarnos a hacer cosas.
En resumen, tenemos una hormona (dopamina) que nos anima a mover el culo y hacer cosas. ¿Qué cosas querremos hacer? Fácil: las que nos permitan liberar opioides y cannabinoides gratis y sin receta. En su justa medida, este circuito puede explicar por qué nos sentimos bien después de hacer deporte. Pero repetirlo una y otra vez, nos puede llevar a caer en la adicción.
2. Sistema inmunitario
Continuamos con una teoría tan sorprendente como desconocida. La adicción al deporte podría ser culpa de un componente del sistema inmunitario: la interleucina-6 (IL-6). El papel principal de esta citoquina es regular la inflamación y luchar contra las infecciones, pero también interviene en procesos relacionados con el sistema nervioso, como la respuesta al estrés, la ansiedad o la depresión. La inflamación debida a un ejercicio intenso y lesivo, podría aumentar la producción de IL-6. Esta pequeña molécula pondría patas arriba nuestras neuronas produciendo una sensación de malestar o de bajón. ¿Cómo contrarrestarlo? ¡Con más ejercicio! ¡Sí, hasta que nos salgan las endorfinas por las orejas! Pero más ejercicio, significa más IL-6, y vuelta otra vez a empezar. Estamos ante un ciclo de adicción de libro.
3. Factores psicológicos
Las teorías explicadas hasta ahora son mecanismos fisiológicos comunes a todas las personas. Pero entonces, ¿por qué unas se vuelven adictas y otras no? La adicción al deporte (como cualquier dependencia) tiene un importante componente psicológico, aunque es imposible explicarlo sin tener en cuenta la base biológica de los apartados anteriores.
«Running Addiction». Autor: Scott DuBar @scottdubar
Para explicarlo nos basaremos en el modelo PACE (Pragmatics, Attraction, Communication, Expectation), diseñado para explicar cómo se producen las adicciones en general. Puede que inicialmente decidamos empezar a practicar deporte simplemente por cuestiones de salud o por mejorar nuestro rendimiento. Lo hacemos de manera moderada y sin que nos suponga ningún tipo de problema. Pero en un momento dado, nuestra idílica vida da un traspiés y nos sobreviene una situación estresante que nos sobrepasa. Tendremos que sentarnos y pensar en una estrategia para afrontar esa inesperada situación. La solución que propongamos dependerá de nuestra experiencia previa, de nuestro entorno, de la situación concreta, de nuestra forma de pensar… Y de entre todas las estrategias posibles, puede que elijamos combatir el estrés realizando ejercicio. Cuanto mayor sea el bienestar que experimentemos después de realizar deporte, mayor será la probabilidad de abusar de esa estrategia.
¿Qué caracteriza a un adicto al deporte?
Existen algunos cuestionarios que pueden ayudar al diagnóstico de esta adicción, como el Exercise Dependent Scale (EDS) o el Exercise Adicction Inventory (EAI). ¿Os atrevéis a probar con el EAI a ver qué os sale?
Adaptado de Griffiths et al. (2005) Br J Sports Med 39:e30
¿Cuál ha sido tu puntuación? Si está entre 24 y 30… ¡ojo, estás en la franja de riesgo! De todas formas, la puntuación de éste o cualquier otro test, no es suficiente para diagnosticar este problema. Lo cierto es que la frontera entre el aficionado entregado y el adicto es bastante difusa. Aunque no hay unos criterios muy claros para inclinar la balanza a uno u otro lado, los siguientes comportamientos podrían indicarnos que estamos perdiendo el control:
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Cuestión de prioridades. Para cualquier aficionado al deporte, realizar ejercicio seguramente ocupa una buena parte de su vida. ¿Pero cuánto? Para un adicto, el deporte es lo más importante en su vida, y le dedica tanto tiempo que llega a dejar de lado cualquier otro tipo de actividad.
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Una vía de escape. A algunas personas, practicar deporte les ayuda a controlar sus emociones ante situaciones estresantes o ante imprevistos con los que no contaba, es decir, para liberar tensiones. El problema aparece cuando se abusa de esta estrategia, ya que de la misma manera que los problemas no desaparecen en el fondo de una botella de whisky, tampoco lo hacen por mucho que echemos a correr…
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Desarrollo de tolerancia. Ya hemos visto que practicar deporte nos produce placer. Pero, ¿cuánto ejercicio tenemos que hacer para lograr la sensación de bienestar? Un adicto al deporte es insaciable, es decir, cada día que pasa necesita una dosis mayor de actividad para quedar satisfecho.
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Síndrome de abstinencia. Y claro, el día que por una lesión o por una cuestión familiar no es posible realizar ejercicio, el deportista se transforma en Hulk. Se vuelve irritable, le cuesta dormir o incluso desarrolla problemas de ansiedad o depresión. Vamos, que tiene un mono en toda regla.
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Continuidad. ¿Te suena el «Lo dejo cuando quiera»? Aunque el deportista sea consciente de su adicción y aunque sepa que esa dependencia le obliga a renunciar a otros aspectos de su vida, es incapaz de parar la rueda.
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Riesgo de recaídas. Como las malas dietas, esta adicción tiene una alta tasa de rebote. Cuando el pobre atleta ha conseguido rehabilitarse, es fácil que sienta nostalgia al recordar el bienestar que sentía mientras corría, el tipín que se le había quedado, cómo lograba animarse tras un duro día de trabajo… Y claro, las zapatillas de deporte están tan a mano, que es realmente fácil volver a caer.
Carreras de Montaña. Ilustración de la genial artista Ana Azpi @ana_azpi
Llegados a este punto, ya imagino a más de un lector tirado toda la tarde en el sofá por miedo a convertirse en un adicto… ¡No malinterpretes lo que acabas de leer! Los beneficios del deporte son innegables y superan con creces el riesgo de volverse un depordependiente. Así que, si eres un perezoso ¡asúmelo y no utilices esta entrada para justificarte!