Aunque el tiempo no acabe de acompañar, el calendario nos dice que estamos en plena primavera. Y ya sabéis lo que le ocurre a la sangre en esta estación tan revolucionaria… Las hormonas fluyen como locas y nos invitan a disfrutar de un buen revolcón. No hay duda de los beneficios que conlleva, pero si queremos evitar que la experiencia culmine con un miembro más en la familia… tenemos que tomar medidas.
La Encuesta de Anticoncepción en España realizada por la Sociedad Española de Contracepción en 2018, indica que más del 40% de las mujeres que utilizan métodos anticonceptivos eligen el preservativo. Un distante 24% prefiere la píldora, mientras que una el resto de métodos quedan relegados a una minoría. A la hora de elegir, factores como la seguridad, la comodidad o la eficacia son esenciales. Además, saber cómo funcionan, nos puede facilitar la toma de decisiones. En este sentido, seguro que no tienes ninguna duda de cómo funciona el preservativo… Pero, ¿sabrías decir cómo funcionan los métodos hormonales?
El ciclo menstrual
Para poder entender el mecanismo de acción de los anticonceptivos hormonales, primero debemos saber cómo funciona el ciclo menstrual en las mujeres. El ciclo menstrual tiene una duración media de 28 días y tiene como objetivo preparar el cuerpo de la mujer para permitir la gestación. Este proceso está estrictamente regulado por tres órganos que en conjunto constituyen el eje hipotálamo-hipofisario-ovárico. Este eje produce diferentes hormonas que, actuando una sobre la siguiente, provocan una especie de efecto dominó:
El hipotálamo (parte del sistema nervioso central) produce la hormona liberadora de gonadotropinas
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La hipófisis (también en el sistema nervioso central) produce gonadotropinas, que son la hormona folículoestimulante (FSH) y la hormona luteinizante (LH).
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El ovario produce estrógenos (estradiol), progestágenos (progesterona) e inhibina.
El ciclo menstrual se divide en tres fases, que vamos a ver de manera muy simplificada (y dicho sea de paso, maravillosamente ilustrada por Medcomic):
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Fase folicular: Comienza el primer día de la menstruación. En esta fase la hormona protagonista es la FSH. Su función es promover el crecimiento de los folículos ováricos, que son las estructuras que albergan los óvulos. Más adelante, sólo uno de estos folículos continuará el proceso, convirtiéndose en el folículo dominante, mientras que el resto se perderán en el camino (¡Que comiencen los juegos del hambre!). El folículo dominante produce estradiol, que tendrá dos efectos. El primero es frenar la producción de FSH, ya que como el folículo ya ha crecido lo suficiente, no tiene sentido seguir produciendo esa hormona. Por otro lado, estimulará la producción de LH, sentando las bases para pasar a la siguiente fase.
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Fase ovulatoria: En el día 14 del ciclo se produce un pico en la producción de LH, que es el pistoletazo de salida para que el óvulo sea liberado (ovulación).
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Fase luteínica: El óvulo sigue su camino al encuentro de un espermatozoide que lo quiera fecundar. Mientras tanto, ¿qué ocurre en el ovario? Los restos del folículo que albergaba al óvulo, forman una estructura llamada cuerpo lúteo que produce estrógenos y, sobre todo, progesterona. Estas hormonas preparan el útero para el embarazo. Si finalmente no se produce el embarazo, el cuerpo lúteo degenera, deja de producir hormonas y volvemos a empezar (♪ Es el ciclo sin fin… ♫).
¿Qué tipos de anticonceptivos hormonales existen?
Los anticonceptivos hormonales, tal y como su nombre indica, aportan hormonas (estrógenos y progestágenos) que interfieren en el ciclo menstrual. Existe una amplia variedad de formatos y vías de administración:
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Preparados con combinaciones de estrógenos y progestágenos: incluyen los anticonceptivos orales (uso diario), que están en el top de los más consumidos, pero también el anillo vaginal (uso mensual), los parches (uso semanal) o las inyecciones intramusculares, aunque éstas apenas se utilizan.
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Preparados únicamente con progestágenos: incluyen el dispositivo intrauterino (DIU) o los implantes transdérmicos (ambos son dispositivos de larga duración que requieren la implantación por un especialista médico). En este grupo también tenemos la píldora de administración oral o «minipíldora» (de uso diario) y las inyecciones intramusculares, aunque el uso de estas últimas es bastante limitado.
Modificado de Elsevier
¿Y cómo actúan?
Los anticonceptivos hormonales combinados (estrógenos y progestágenos) impiden la gestación al evitar que se produzca la ovulación.
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Los estrógenos inhiben la producción de FSH. Si recordáis, la FSH es el estímulo que «espabila» a los folículos ováricos, así que sin ella, estas estructuras no podrán desarrollarse.
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El aporte externo de estrógenos y progestágenos impide la producción de estradiol. Digamos que el ovario detecta que ya hay suficientes estrógenos en el ambiente, así que decide no aportar más. Sin estradiol no se produce el pico de LH necesario para que se desencadene la ovulación. El cuerpo lúteo no llega a formarse y la producción de progesterona cae en picado.
Por si esto fuera poco, los anticonceptivos hormonales cuentan con armas complementarias que resultarían muy útiles en el remoto caso de que se produjera la ovulación. ¡No iban a jugársela a una única carta! Por un lado, reducen las contracciones y secreciones del útero, dificultando enormemente la fecundación. Además, favorecen la producción de secreciones muy viscosas en el cérvix, haciendo que hasta el más fuerte de los espermatozoides, sea prácticamente incapaz de avanzar en su conquista hacia el óvulo. Finalmente, si contra todo pronóstico se llegase a producir la fecundación del óvulo, las transformaciones del endometrio inducidas por los anticonceptivos, impedirían la anidación del embrión, de modo que el embarazo no seguiría su curso.

Por otra parte, los anticonceptivos constituidos solo por progestágenos tienen efectos más variables. De forma genérica y de la misma manera que acabamos de comentar, estos anticonceptivos actúan modificando la producción de moco cervical e induciendo transformaciones en el endometrio. Aunque el objetivo no es impedir la ovulación, las formulaciones que aportan dosis más elevadas sí pueden producir alteraciones en los niveles de FSH y LH que impidan el desarrollo de los folículos y la formación del cuerpo lúteo.
Peeeeero…
No hay duda de las ventajas de estos métodos anticonceptivos. Pero hay que tener en cuenta que, como todos los fármacos, llevan asociadoss efectos adversos, que abarcan desde leves náuseas hasta alteraciones graves de la coagulación (tromboembolismo) en casos muy extremos.
Además, si no queremos sorpresas, debemos saber que algunas formulaciones presentan interacciones con otros productos. Por ejemplo, algunos antibióticos, antiepilépticos o la hierba de San juan, pueden disminuir su eficacia, mientras que el zumo de pomelo potencia los efectos negativos de los estrógenos. Por todos estos motivos, la decisión de utilizar anticonceptivos hormonales debería estar supervisada por profesionales que revisen el historial clínico y realicen los estudios pertinentes.
Y por último, pero no por ello menos importante, al no tratarse de un método de barrera como es el preservativo, los anticonceptivos hormonales no protegen frente a las enfermedades de transmisión sexual.
Así que, disfruta de la primavera como más te apetezca y utiliza el método anticonceptivo que más te convenga, pero sobre todo, ¡utilízalo con cabeza!