Estamos a punto de despedir la primavera, una estación que nos llena de alegría con sus flores, las muchas horas de luz, la vuelta de los pajarillos… Pero junto con todas estas cosas, también nos trae picor de ojos, moqueo, estornudos… Hoy hablaremos de la odiada alergia, por qué se produce y cómo se puede combatir.
Un sistema inmune un tanto despistado
Como seguro que ya sabes, el sistema inmune es el mecanismo de defensa que tiene nuestro cuerpo para protegernos frente a virus, bacterias o células cancerígenas. Pero como le ocurre a cualquier otro sistema, no está libre de fallos. De manera muy simplificada, las alteraciones del sistema inmune pueden producirse en dos direcciones opuestas:
- Si deja de funcionar o lo hace a medio gas, se produce inmunosupresión, como ocurre en el caso de la infección por VIH que ya abordamos en su día.
- Si funciona de manera descontrolada y exagerada, se producen reacciones de hipersensibilidad, entre las que se incluye la alergia.
La alergia se produce cuando el sistema inmune reacciona contra una sustancia que considera una amenaza, aunque en realidad es completamente inofensiva. Esas sustancias, inocuas para la mayoría de la población, se denominan alérgenos. Se trata de moléculas muy pequeñas, casi siempre de naturaleza proteica, que pueden llegar a nuestro cuerpo de varias maneras, como a través de la vía respiratoria (polen), por medio de los alimentos (frutos secos), por el contacto con la piel (cobre) o por vía intravenosa (fármacos).

Las fases de la batalla
En cuanto el alérgeno entra en contacto con el pobre sufridor, ya no hay vuelta atrás. El sistema inmune saca todo su arsenal y comienza una batalla interna que ni las de la última temporada de Juego de Tronos.
1ª Etapa: Sensibilización
En esta primera etapa no hay batalla propiamente dicha. El sistema inmune se encuentra por primera vez con el alérgeno y lo examina para organizar futuros ataques. ¿En qué consiste esta preparación?
1. Fabricación de las armas: inmunoglobulinas E
Los maestros armeros del sistema inmune son unas células llamadas linfocitos B. Su función es producir unos anticuerpos (en este caso inmunoglobulinas de tipo E, o IgE para los amigos) capaces de reconocer y unirse muy específicamente al alérgeno. ¿Os acordáis del zapato de Cenicienta que sólo encajaba en el pie de su dueña? Pues lo mismo le ocurre al alérgeno y su IgE específica.
2. Llamada a las filas: mastocitos, basófilos y eosinófilos
Las armas recién fabricadas se reparten entre las células que van a combatir: los mastocitos, los basófilos y, en menor medida, los eosinófilos. Las IgE se fijan sobre unos receptores presentes en la superficie de estas células a la espera de que llegue el alérgeno.
Finalizada esta etapa, el alérgico no siente absolutamente nada. Simplemente está sensibilizado, es decir, su cuerpo está preparado para reconocer al alérgeno cuando se vuelva a producir un segundo contacto en el futuro. Hasta que eso ocurra, pueden pasar días, meses o incluso años.
2ª Etapa: Desencadenamiento
Cuando se produce un segundo contacto con el alérgeno, la reacción se produce a toda pastilla. Por eso, a la alergia, también se la conoce como hipersensibilidad inmediata (o hipersensibilidad de tipo I). ¿Cómo se desarrolla esta etapa?

1. Invasión
El alérgeno accede de nuevo al organismo y se une a las IgE específicas que se habían fabricado en la etapa anterior. Con esta unión saltan todas las alarmas… ¡¡¡Al ataque!!!
2. Activación celular o ¡¡¡Dracarys!!!
El ejército formado por los mastocitos, los basófilos y los eosinófilos han recibido la señal (la unión IgE-alérgeno) para dar comienzo a la batalla. Su ofensiva se basa en liberar sustancias químicas (mediadores) para atacar al alérgeno y para coordinar al resto de efectivos. Esta descarga se produce en dos pasos:
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- En primer lugar, podemos decir que las células atacan con lo puesto. De esta manera no pierden ni un segundo, el ataque es inmediato. Los mastocitos, basófilos y eosinófilos cuentan con unos gránulos en su citoplasma en los que almacenan mediadores preformados. El mediador más conocido es la histamina, pero hay otros como los proteoglucanos o la triptasa.
- En segundo lugar, en medio del caos estas células se ponen a fabricar otros mediadores sintetizados de novo, que magnifican la respuesta. Entre estos mediadores destacan las prostaglandinas, los leucotrienos o las citoquinas.
Los daños colaterales
Cuando el sistema inmune se metió en este berenjenal, su intención era protegernos. Sin embargo, muy lejos de su buen propósito, la realidad es que nos deja hechos polvo. Y si tenemos que buscar un culpable, la histamina es la mejor candidata. Como verás a continuación, los efectos que produce este mediador en el organismo, son los que dan lugar a los síntomas de la alergia:
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Vasodilatación y aumento de la permeabilidad vascular: Los vasos sanguíneos se hacen más grandes y parte del líquido que contienen sale hacia el exterior. Esto provoca que sintamos calor y se produzca hinchazón (edema) en la zona de contacto, que se nos caiga el moquillo (rinitis) o que no hagamos más que llorar (conjuntivitis).
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Estimulación de los nervios, que percibimos como un picor insoportable (urticaria). Curiosamente este picor nos obliga a rascarnos compulsivamente, lo que, ironías de la biología… ¡produce más histamina!
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Contracción de los bronquios: Las vías respiratorias se estrechan y además producen más moco. Al aire le cuesta llegar a los pulmones, aumentando la dificultad para respirar. Si la reacción es muy intensa puede llegar a desencadenar asma.
En los casos más graves, se puede llegar a producir el choque anafiláctico o anafilaxia. En esta situación los sistemas pulmonar, cardiovascular y digestivo están al borde del colapso: incapacidad para respirar (por la broncoconstricción), bajada de la tensión (por la vasodilatación), vómitos y diarrea (por la contracción muscular)… Hay que actuar inmediatamente, ya que esta situación puede ser mortal.
¿Hay solución para los alérgicos?
Por supuesto, si eres alérgico, lo primero que debes hacer es evitar exponerte al alérgeno. Esto es fácil si eres alérgico a los cacahuetes, pero la solución se complica si tu alérgeno es el polen.
Afortunadamente existen fármacos que pueden aliviar los síntomas de la alergia. Si la histamina es la principal culpable, ahora ya entenderás por qué los fármacos que se utilizan para la alergia son los antihistamínicos. En casos de asma, también se utilizan broncodilatadores y corticosteroides que ayudan a abrir las vías respiratorias.
En algunos casos también es posible aplicar inmunoterapia, es decir, una vacunación. Consiste en administrar pequeñas dosis del alérgeno de manera controlada para que el organismo se acostumbre a su presencia, vea que no supone una amenaza y, cuando se enfrente a ese alérgeno en la vida real, no reaccione de manera descontrolada.
Si eres alérgico, todas estas alternativas pueden ser de ayuda. Pero no te enfades con tu sistema inmune… ¡él sólo intentaba protegerte!